El género humano cada día es más tonto, estoy convencida. Lo más cool ahora es ir a una discoteca, tipo Pachá en Ibiza, y tomarte unos chupitos en tubos de ensayo al mismo tiempo que pones los pinreles a remojo en una pileta con agua para que unos peces diminutos te coman las pieles muertas.
Yo alucino con la ridiculez que nos marcamos. Este snobismo tan fuera de la normalidad nos lleva a pensar que hemos encontrado un verdadero chollo, peces que te quitan los pellejillos y encima te hacen cosquillitas, joer qué diver!
Cuando te enteras de que a los pobres peces, de 3 centímetros, turcos de origen, los sobreexplotan de tal manera que les matan de hambre, literalmente, para que se coman los pellejos, se te levanta el YO ecologista que todos llevamos dentro y te llevan los demonios.
Total, tú, pez turco llamado por los entendidos “garra rufa”, toda la vida en las aguas calientes de Kangal, comiendo tu plancton y tus cosas, y de repente te llevan a un balneario, spa, discoteca, plató de televisión, ¡que hay que ser cutre! o lo que quiera que sea, te matan de hambre y claro, ¿a qué te tiras? a lo primero que encuentras, las pieles muertas de unos memos que disfrutan, alucinan y se regocijan con tus mordisquitos para llenar el hueco de la falta de alimento. Me lo imagino y me dan náuseas.
¿Pero puede llevar a tanto la estupidez humana? Es una pena, pero parece que sí.
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