22 enero 2012

153 - AHORA RESULTA QUE TIENE NOMBRE!!!

Desde hace unos años vengo sintiéndome un ser un poco despreciable porque me pongo tantas tareas que soy incapaz de cumplirlas. El caso es que cuando se me ofrecen o me surgen las recibo con excitación y alegría, son como un soplo de estrellas, pero en el momento de realizarlas me pesan tanto como una mochila llena de piedras graníticas y con un “luego lo hago” las dejo arrinconadas.

Siempre he pensado que las dejaba arrinconadas porque su importancia era tan pequeña que en realidad no me importaba hacerlas o no, pero ahora, de repente, descubro que este tipo de comportamiento tiene un nombre conocido, procrastinación, y que es un mal común, que le sucede, en mayor o menor medida a casi todo el mundo.

No os podéis imaginar la liberación que ha sentido mi alma al conocer la realidad de un problema que me llevaba por la calle de la amargura. Un problema que me ha perseguido a la cama, a los sueños, a la conciencia, a mi autoestima; un problema que creía único y emparentado con la pereza, la vagancia, la desgana, la depresión, el desorden mental.

La liberación ha venido de la mano de una muy buena amiga y de una conversación por el chat de facebook, ¿quién iba a decir que una red social, tan denostada, podría abrir los ojos a alguien de tal manera?
Gracias, Machus, me has alegrado el día.

Conociendo mi ansia de saber me he puesto a buscar como una loca en el Google a ver si encontraba algo más de la dichosa palabra, y ya lo creo que he encontrado, he leído y he alucinado, pero si es algo normal!!!, pero si es muy conocido!!!, pero si está en boca de todos!!! ¿Cómo no me he dado cuenta antes?

Bueno, pues sí, lo soy y no me da cargo de conciencia, porque es un problema psicológico que se puede solucionar fácilmente, aunque, la verdad, creo que ahora no me interesa ni solucionarlo siquiera, como ya le he puesto nombre…

Quizá lo mejor es “definir” correctamente qué es la procrastinación y salir de dudas de una vez por todas, para ello os dejo este artículo que lo deja clarito y meridiano.


Según la Societyof2000.org:

La procrastinación es un complejo trastorno del comportamiento que a todo el mundo nos afecta en mayor o menor medida. Consiste en postergar de forma sistemática aquellas tareas que debemos hacer, que son cruciales para nuestro desarrollo y que son reemplazadas por otras más irrelevantes pero más placenteras de llevar a cabo. Es asumida popularmente como simple "pereza".

Afecta a multitud de perfiles (el ejecutivo que aplaza una y otra vez una reunión porque la prevé conflictiva, el estudiante que aplaza indefinidamente el estudiar para sus exámenes, etc.) y cada vez más se está convirtiendo en un serio problema que afecta a la salud psicológica de los individuos y, por ende, a la salud social de una comunidad.

La procrastinación es un fenómeno que se ha descubierto de tal complejidad que resulta difícil analizarlo, por las complicaciones que presenta en identificar sus orígenes así como las muchas relaciones causa-efecto que se realimentan entre sí. Todo esto dibuja un cuadro polifacético que resulta muy complejo de analizar. En este artículo sin embargo voy a intentar al menos "darle una puntilla" al asunto, con la ayuda de algunas referencias que existen dentro de la literatura científica sobre el tema.

La procrastinación se manifiesta ante todo como una pésima gestión del tiempo. El "procrastinador" suele o bien sobrestimar el tiempo que le queda para realizar una tarea, o bien subestimar el tiempo necesario -según sus recursos propios- para realizarla. Éstos son solamente un par de los muchos autoengaños en los que el procrastinador incurre. Como veremos más adelante, una de las actitudes típicas de un perfil determinado de procrastinador es la excesiva autoconfianza, una falsa sensación de autocontrol y seguridad. Por ejemplo, imaginen que se nos da 15 días para presentar un informe. En nuestro fuero interno estamos convencidos que solo necesitaremos 5 días para hacerlo, incluso menos. En ese momento pensamos "hay tiempo de sobra, no es necesario ni siquiera empezar a hacerlo!" Y se posterga día tras otro una tarea que no solamente no nos ilusiona hacer, si no que, en cierta manera "ya hemos terminado" en nuestra mente confiada cuando ni siquiera hemos movido un dedo por ella. Al acercarse el plazo de entrega de forma peligrosa, de repente, nos damos cuenta de que no seremos capaces de cumplir con la tarea que se nos ha asignado. Entonces pensamos "No tengo esto bajo control, no tendré tiempo!!" y comenzamos a trabajar en ello de forma atropellada, con una gran carga de estrés.

En ese momento aparece en escena otro autoengaño, y es el aquél de "Solo bajo presión trabajo bien". Lógicamente, porque realmente no hay otra opción en ese punto!

Frecuentemente esta actitud y manera de proceder es típica de personas que confían mucho en sus posibilidades. Si, además, es realmente así -la persona tiene realmente esas capacidades- es posible que el final de la historia sea que aquella tarea se entregue en el plazo y con unos resultados óptimos. Esto envía un mensaje aparentemente erróneo al procrastinador ("mira qué nota he sacado a fin de cuentas!") que observa como ha obtenido una recompensa a su forma estresada de trabajar; por lo que reiterará en su conducta, aunque ésta siempre le traiga ansiedad y problemas en general.

Las causas o motivos que pueden llevar a una persona a padecer de procrastinación son tan diversos y complejos que resultaría muy correoso plasmarlos en un solo artículo. Hay personas que "procrastinan" de resultas de un estado depresivo (la depresión conduce a estados de letargo). Otras en cambio son amantes del perfeccionismo, y esto les priva de empezar a realizar proyectos porque temen que no podrán hacerlo tan perfecto como ellas desean, y por lo tanto pierden la motivación. También una baja tolerancia a la frustración ayuda a "dejar las cosas de lado", por miedo a que nos desborden y por tanto por miedo a cómo nos sentiremos entonces. Otro perfil muy distinto sería el de aquellas personas muy activas que disfrutan gestando ideas, pero que no pueden finalizarlas porque enseguida se distraen generando ya la siguiente; y postergan así decenas de tareas que obviamente no tienen tiempo para completar.

Y eso solo mencionando una minúscula porción de los muchos perfiles de procrastinador que se pueden encontrar.

Seguramente usted que está leyendo estas líneas se haya visto identificado en alguna de las frases de este artículo. Se habrá recordado a sí mismo leyendo el diario en la oficina con una lista de tareas por hacer, yendo a la cafetería justo en el instante en que se propuso empezar un proyecto, navegando por Internet mientras su teléfono sonaba con un cliente/jefe incómodo al otro lado llamando... etc.

El hecho de que sea un mal muy extendido y que se trate de un fenómeno de por sí fascinante por su complejidad y riqueza de matices, hace que merezca la pena su estudio, tanto a nivel académico -que ya se viene realizando- como a nivel individual y colectivo.


Una vez leído este articulo que aclara con soltura el problema puedo situar el mío en su sitio y veo que mi caso es la mezcla del de “una persona muy activa que disfruta gestando ideas, pero que no puede finalizarlas porque enseguida se distrae generando la siguiente; y posterga así decenas de tareas que obviamente no tiene tiempo para completar”, “sólo bajo presión trabajo bien” y “soy amante del perfeccionismo, y esto me hace empezar proyectos que temo no poder hacerlos tan perfecto como deseo, y por lo tanto pierdo la motivación”.

En definitiva, esa palabrota me ha hecho conocer mi realidad un poco más, pero me ha surgido en un mar infinito de dudas. Tendré que investigar más, es bueno conocerse.

Para saber más…

2 comentarios:

  1. Creo que no existe nadie en el mundo que no se sienta identificado con esa idea, es algo totalmente natural pues hasta la persona más ociosa del mundo tendría que realizar tareas que no le resultarían del todo agradables.
    Por otra parte, no creo que haya que darle demasiadas vueltas, cualquiera que sepa un poco de psicología o psiquiatría sabe que estos profesionales tienden a etiquetar cualquier comportamiento, los verdaderamente peligrosos los meten en "enfermedades mentales" y los comunes en "trastornos de la personalidad", los que no son realmente importantes a menos que incidan para mal en la vida del individuo.
    Y si esto suena muy teórico, ¡haber quien le dice a una de esas muchas personas que se muerde las uñas que padece un trastorno de la personalidad llamado onicofagia! (a menos claro que no quieras que vuelva a hablarte nunca más) jajajajaja.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué razón tienes cuando dices que los psicólogos y psiquiatras ponen nombre a todo, bueno es uno de los defectos de su profesión, ja, ja, ja. Y eso que tengo amigos psicólogos, ja, ja, ja.

      Hombre no puedo decir que me guste ser tan desorganizada y tan apática con ciertas cosas, y, como digo en el artículo, me da mucho cargo de conciencia, pero siempre tengo algo mejor que hacer y al final parece ser cosa de la priorización que hacemos de las situaciones y trabajillos, no crees?
      Por cierto, nunca me he comido las uñas, no soy onicofágica, je, je.

      Eliminar